¿SEGURO QUE TE CEPILLAS LOS DIENTES CORRECTAMENTE?

Cepillarse después de cada comida es obligatorio, pero también hacerlo bien.

Por suerte, el hábito del cepillado está ya profundamente establecido ¿verdad? –Si eres de los que todavía no se cepilla al menos un par de veces al día… este  post no es para ti.– Pero aún nos queda un poquito más de información y consciencia para que el cuidado diario sea verdaderamente eficiente.

Cepillarse los dientes automáticamente es mejor que no hacerlo pero está aún lejos de cumplir con su cometido. Cepillarse los dientes varias veces al día tiene un impacto directo en la prevención de caries, enfermedades de encías y salud bucodental en general. Además, hace que nuestra sonrisa luzca más bonita, que prevengamos el mal aliento y además que mejore la confianza en nosotros mismos. Pero para que todo esto ocurra hay que hacerlo bien.

¿Cómo es un correcto cepillado?

Lo primero es elegir un cepillo adecuado. Estate seguro de que tiene un tamaño cómodo según tu cavidad oral. Si tus encías están frágiles porque sufres retracción o sangrados, asegúrate de tener un cepillo de cerdas blandas y suaves. Las cerdas más duras son más eficientes eliminando placa, pero pueden causar más daños en bocas sensibles. Por cierto, la disposición de las cercas no contribuye a una mejor limpieza y los cepillos eléctricos son muy recomendables.

Ya cepillándonos, es importante no olvidar todas aquellas zonas de nuestros dientes que vemos pero que están y están expuestas a una mayor concentración bacteriana precisamente por permanecer más escondidas. A la hora de cepillarse es muy importante cepillarse las caras internas de los dientes, las zonas en contacto con la lengua.

Igual de importante es estar seguros de que no nos hemos dejado ninguna zona sin limpiar.

Intenta que las cerdas incidan con un ángulo de 45 grados respecto de la línea de las encías y hacer trazos cortos, de arriba abajo –no de lado a lado como aparece en algunos sitios–. Cepillar las muelas y la lengua es igual de importante.

Lo ideal es cepillarse entre 2 y  3 veces al día. Menos es un problema porque damos tiempo a la placa bacteriana a multiplicarse. Y menos también porque podemos empezar a erosionar nuestros dientes inútilmente, a debilitarlos y  dañar el esmalte.

Un cepillado eficiente debería durar unos dos o tres minutos. Es un ratito para la relajación, la toma de consciencia y disfrute del proceso de limpieza interna que estamos haciendo.

Nunca es una cuestión de fuerza. Cepillarse los dientes  demasiado fuerte  puede hacernos daño y debilitar los dientes. Recuerda para qué te cepillas, y no lo consideres un castigo.

Después del cepillado siempre es obligatorio limpiar y secar bien el cepillo. Al cepillo van a parar bacterias que si no se eliminar completamente, se multiplican y vuelen a nuestra boca. Realmente desagradable si lo pensamos.

Y finalmente, es más que recomendable cambiar de cepillo cada 3 ó 4 meses. Hay personas que lo gastan hasta el punto en que podemos ver las cerdas muy deterioradas. Si las cerdas no cumplen con su función, el cepillado no es eficiente.

Por supuesto, el cepillado es el paso más importante  de la higiene dental pero no el único, y si queremos asegurarnos de que mantenemos los mejores hábitos posibles, después de cepillarnos debemos usar seda o hilo dental, irrigador y enjuague bucal. Pero si tu compromiso con tu salud dental es total, lo que de ninguna manera puede faltar es la mirada de nuestros profesionales. Una revisión cada seis meses nos ayudará a saber cuál es el auténtico estado de tu boca en general. Así que, ¡nos vemos pronto!