¿TIENES UN AGUJERO EN UN DIENTE?

Por obvio que resulte, es importante empezar este post recomendando encarecidamente que la sola sospecha de que podemos tener un agujero en un diente  es motivo más suficiente para venir a visitarnos cuanto antes. Un diagnóstico a tiempo puede prevenir afecciones graves irreversibles.

Dicho esto, los agujeros en los dientes son relativamente frecuentes. En muchas ocasiones los agujeros son tan pequeños están tan escondidos que nos pasan totalmente desapercibidos.

La mayoría de agujeros son el resultado de un exceso de placa bacteriana en nuestros dientes. Los nichos de bacterias generan ácidos que atacan las diferentes capas de las que están compuestos los dientes empezando por el esmalte. Y sí, efectivamente, estos agujeros son nada más y nada menos que caries dentales.

Los agujeros se tratan tapándolos con empastes de composite para así frenar radicalmente su  avance. De nos ser así, los ácidos que han provocado ese agujero continuarían su camino hasta acabar totalmente con el diente. Es importante recodar que muchas veces, lo que desde la superficie parece solo un minúsculo agujero, puede tratarse en realidad de una caries mucho mayor y  más profunda que permanece oculta dentro del diente, exactamente igual que las manzanas podridas. Si un agujero o una caries no es tratada a tiempo, podemos poner en riesgo la vida del diente y tener que acudir a un tratamiento con endodoncia para matar el nervio.

Normalmente los agujeros en los dientes van acompañados de otras molestias que son los que nos hacen pensar que algo no va bien. Nos referimos a hipersensibilidad al frío o al calor, inflamación de encía, halitosis o mal sabor de boca persistente, cambio de coloración del diente, aparición de grietas secundarias, y sobretodo un intenso dolor.

Tanto para evitar la aparición de agujeros como para evitar que tras un tratamiento vuelvan a aparecer, es fundamental ceñirse a unos hábitos  de higiene completos y saludables. El cepillado diario y bien ejecutado es fundamental. Lo ideal es hacerlo como muy tarde a los veinte minutos de la comidas y mediante movimientos suaves y efectivos. Después del cepillado es importante utilizar seda o hilo dental para eliminar resto entre dientes y terminar con un enjuague bucal y si puede ser también con un irrigador. Sin embargo todo esto conviene acompañarlo con una alimentación sana, libre de azúcares añadidos, sin presencia de sustancias tóxicas como el tabaco y el alcohol, y, por supuesto, con visitas frecuentes a  nuestra clínica. Si somos capaces de mantener los ácidos de la boca a raya entonces podemos garantizar una salud bucodental impecable.

Si tienes alguna duda, no dudes en venir a consultarnos. estaremos encantados de hacerte un diagnóstico completo y devolverte la sonrisa y tranquilidad. ¡Nos encanta verte  sonreír!