El sellado de dientes
El sellado de dientes es un tratamiento preventivo para evitar la aparición de caries en los niños o reducir su impacto.
Las superficies masticables de los dientes molares y premolares tienen surcos que los hacen más propensos a la caries, pues son más estrechos que una simple cerda de un cepillo de dientes y su limpieza puede resultar complicada, dando lugar a acumulación de placa en esas áreas, y por tanto a la caries.
Mediante este procedimiento, el odontólogo emplea capas finas de resina plástica sobre la superficie de los dientes cubriendo así las fisuras, fosas y pequeñas cavidades existentes y haciendo de barrera protectora contra la caries.
Es una técnica indolora que se puede realizar en una sola visita al odontólogo, quien será el encargado de determinar si es necesaria en nuestros hijos. Como norma general, nunca se hace en dientes que están saliendo, sino que se espera a que erupcionen por completo para poder practicar el sellado de sus fisuras y fosas.
Los sellantes dentales pueden ser claros, blancos o tener un leve tinte dependiendo del sellante dental utilizado.
Una vez realizado el sellado, el dentista tendrá que comprobar con cierta periodicidad que continúa en su sitio y que no es necesario renovarlo. Se calcula que los selladores tienen aproximadamente una duración media de unos cinco años, pero en caso de caerse, es posible volver a colocarlos.
Para garantizar su durabilidad deben seguirse las siguientes pautas:
- Una buena higiene bucodental, principalmente con un correcto cepillado y cambiando el cepillo de dientes cada tres meses o cuando las cerdas estén desgastadas o dobladas.
- Controlar lo que se come, con una dieta baja en azúcar, grasa y sal, evitando sobre todo productos azucarados entre horas; con un elevado consumo de frutas y verduras y optando por la leche y el agua en lugar de refrescos.
- Complementar con otras medidas, como la aplicación de flúor.