¿DIENTES AMARILLOS?

En algún momento a todos nos parece que tenemos los dientes más amarillos de lo que nos gustaría.

Nos miramos en nuestros espejitos y… resulta que no tenemos la sonrisa instagramera que creemos que nos gustaría. Más aún cuando solo vemos sonrisas ultra blancas en carteles, anuncios, series, programas de tv, etc. Esta obsesión con los dientes blancos frecuentemente proviene de malos entendidos o carencias de información sobre la naturaleza de los dientes, y se puede tener una sonrisa ligeramente amarilla y tener una dentadura perfectamente sana de la que estar orgullosos.

Lo primer que hay que tener en cuenta es que nuestro tono natural de dientes es tan único como nuestro color de ojos, de cabello, de piel, etc. Igual que ninguno pensamos en que tenemos un color de ojos “enfermo” o “defectuoso” –aunque haya preferencias– lo mismo deberíamos pensar de nuestros dientes si los juzgamos únicamente en base a nuestro tono natural.

Por supuesto, existen tratamientos específicos diseñados para modificar o matizar el tono de nuestros dientes porque todos somos conscientes de la importancia de nuestra imagen y unos dientes claritos contribuye a que nos veamos mejor y nos sintamos más seguros. Pero eso, como todo, debería estar equilibrado y no deberíamos caer en extremos desaconsejables o incluso perjudiciales como consecuencia de carencias de información acerca del tono de nuestros dientes.

Los dientes, indefectiblemente, con el tiempo se vuelven amarillos. Un tratamiento blanqueador nos puede ayudar a recuperar la claridad de nuestros dientes en solo una sesión.

Los dientes están diariamente expuestos a agentes que tiñen el esmalte de nuestros dientes. Por supuesto si fumas o abusas de alimentos oscuros como el café, los frutos rojos, el té, las bebidas de cola o el alcohol, tus dientes más a perder su blancura más rápidamente.

Una higiene completa y diaria es fundamental para mantener el blanco de los dientes. La placa bacteriana provoca sarro y este cubre los dientes de una película amarillenta y espesa que a parte de ser muy insano produce un aspecto muy desagradable.

Cuidado con el fluor. El exceso de fluor –en otro tiempo tan recomendado para nuestros dientes– puede provocar fluorisis o una tinción amarillenta en los dientes sobretodo en los más peques de la casa.

Si necesitas tratamiento médico entonces es normal que notes  que tus dientes no son tan blancos. Los medicamentos frecuentemente presentan este efecto secundario.

Sin embargo, hay quien puede tener unos dientes perfectamente sanos, una salud estupenda, y presentar una sonrisa algo amarillenta por la única razón de que ese es su condicionamiento genético. Hay personas que nacen con un esmalte muy espeso que cubre sus dientes con un grosor mayor y estas personas presentan dientes más blancos. En personas que tienen menos esmalte es más frecuente encontrar dientes más amarillentos.

Si obviamente necesitas que tus dientes amarillos sean blancos de unevo y no solo eso, sino que además presenten una forma o disposición mucho más estética, quizás deberías venir a pedirnos información sobre los tratamientos con carillas dentales. Si tan solo necesitas aclarar algunos tonos tu sonrisa, como decíamos antes, quizás lo mejor es un blanqueamiento. Cualquier tratamiento pasa siempre por un examen exhaustivo del estado de salud de tus dientes y de una valoración de las ventajas y consecuencias de cada tratamiento en tu caso. Te recomendamos que pidas una cita gratuita sin compromiso en la que podamos informarte de todos los tratamientos a tu disposición y podamos recomendarte el más indicado a tu caso. Estaremos encantados de verte por aquí.

CUIDADO DE ENCÍAS EN MUJERES

La condición física de la mujer está condicionada por un vaivén de cambios hormonales que de una u otra forma nos obligan a confrontar constantemente nuevos escenarios, circunstancias cambiantes, incluso hábitos renovados. Las etapas y ciclos de la mujer –ya desde la pubertad, a través de la menstruación, los embarazos y hasta la menopausia–, ponen de manifiesto una belleza holística y sublime formada por su fortaleza resiliente y también sus vulnerabilidades. Y dentro de toda la sinfonía de aspectos cambiantes que precisan cuidado y atención, las encías ocupan un lugar muy especial precisamente por ser una zona altamente sensible y propensa a patologías. En otras palabras, las encías son también un reflejo del estado hormonal de las mujeres, y no solo precisan constante observación sino también tratamientos preventivos que nos ayuden a mantener intacta nuestra salud bucal. Una atención consciente nos puede librar de inflamaciones, gingivitis, incluso periodontitis o en el peor de los casos pérdidas de dientes.

Los picos hormonales son siempre momentos propicios para la aparición de enfermedades de encías o gingivales. Más aún si nuestra cotidianidad pasa por la toma de anticonceptivos orales. De hecho, hay enfermedades de encías que presentan un cuadro crónico y exclusivo de las mujeres como la gingivitis gestacional que se presenta durante los embarazos y que le abre las puertas de par en par a la posibilidad de infecciones, caries, sangrados, inflamaciones, etc. Tampoco hace falta alarmarse, es muy frecuente, pero no es grave, sobretodo si se dispone de la información, los recursos preventivos suficientes y la estrecha supervisión de profesionales capaces de guiarte y acompañarte en los momentos difíciles. Así que podemos ya lanzar una primera conclusión al aire: una vida sana y unos buenos hábitos ayudan sin duda a que los problemas de encías en mujeres derivados de altibajos hormonales resulten mucho menos molestos.

El primer gran momento hormonal de toda mujer llega con la pubertad, y por supuesto esta tiene un reflejo en nuestras encías. La gingivitis puberal son una reacción al incremento de estrógenos y progesterona que se produce a partir de los 11 ó 12 años. Con estos cambios, las encías se inflaman, se enrojecen, sangran, puede ser un poco molesto pero es algo tan normal como transitorio. Es importante que este momento llegue con unos hábitos saludables bien consolidados para que no favorezcan escenarios adversos como la proliferación de placa bacteriana.

Con la menstruación, las encías también se ven cíclicamente afectadas. De hecho existe y es relativamente frecuente la gingivitis menstrual. Sus síntomas son idénticos a los que hemos mencionado: inflamación, enrojecimiento, sangrados, molestias. En este caso también pueden aparecer pequeñas úlceras o llagas, y la piel de la encía se puede volver lisa y tensa. Son, como decimos, patologías transitorias, que no suelen durar más de dos o tres días, pero que conllevan la posibilidad de un mayor riesgo a la proliferación de nichos bacterianos.

Los anticonceptivos orales también son causa de inflamaciones y molestias en general de encías. Ya sabemos que contienen hormonas y que las fluctuaciones de los niveles hormonales se reflejan en el estado de nuestras encías. En este caso, las molestias pueden alargarse en el tiempo, obligando a reflexionar acerca de la idoneidad de los tratamientos. Si la toma de anticonceptivos atenta contra la salud buco dental, quizás es recomendable plantearse nuevos escenarios. En estos casos, lo mejor es siempre que te pases a contarnos tus dudas.

El embarazo es, como no podía de ser de otro modo, la gran fiesta hormonal. La gestación provoca altísimos niveles hormonales que vuelven a la normalidad después del parto. Y  lógicamente, las mujeres con tendencia a la gingivitis, durante  el embarazo tienden a sufrirla más intensamente de lo habitual. Curiosamente, aunque es algo normal y común, la mayoría de las mujeres no sufren estos desarreglos en sus encías durante los embarazos. Depende, como decimos, de los antecedentes que una mujer tenga y de su propensión previa a la gingivitis. Si sueles tener inflamación de encías en tu vida normal, con el embarazo existe como mínimo un 40% de posibilidades de que lo padezcas. Pero una vez más, calma. Cuentas con un montón de recursos a tu alcance para sobrellevar sin problemas este latazo.

Con la menopausia los niveles de estrógenos y de progesterona de desploman, lo que vuelve a provocar un montón de cambios físicos que, por supuesto, también afectan a la boca: a los tejidos, a la saliva y a las encías. Es normal que las mujeres que se encuentran en esta etapa sientan molestias bucales, inflamaciones, sangrados, halitosis, sequedad. De nuevo, la clave está en la prevención, el cuidado, los buenos hábitos y por supuesto la supervisión y compañía de nuestro equipo, que como sabes, estamos encantadas de acompañarte en los buenos momentos y también en los complicados.